domingo, 8 de mayo de 2011

Llovía...

y tú me llevaste a casa, en otro acto de generosidad como previamente había sido el de pagar mi copa. Porque a pesar del pasar de los años sigues siendo ese hombre sensible, inteligente y altamente atractivo que me sedujo una noche de agosto y del que no puedo evitar ensoñarme cuando vuelvo a escuchar hablar, porque tu conversación me mece como cuando dejo mi cuerpo inerte flotar en el agua...

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